El mundo financiero está siendo testigo de una importante transformación con la incorporación del Marco de Reporte de Criptoactivos (CARF) de la OCDE a las filas ya establecidas de FATCA y CRS. Ahora que las transacciones con criptomonedas están sometidas al mismo escrutinio que la banca tradicional, las instituciones financieras y los inversores en criptomonedas se enfrentan a una nueva realidad de transparencia fiscal global.
El auge del CARF: por qué las criptomonedas ya no pueden esconderse
El CARF representa el primer esfuerzo internacional coordinado para incluir las transacciones con criptomonedas en el intercambio automático de información fiscal. A diferencia de sus predecesores, el CARF no se centra en los saldos de las cuentas, sino en los detalles granulares de las propias transacciones con criptomonedas.
Este cambio es significativo. Mientras que el CRS rastrea cuánto dinero hay en su cuenta bancaria en el extranjero, el CARF rastrea cada vez que convierte Bitcoin a Ethereum, retira criptomonedas en efectivo a cambio de dólares o recibe recompensas por staking. El marco captura los intercambios de criptomonedas por dinero fiduciario, los intercambios de criptomonedas por criptomonedas e incluso las transferencias entre pares por encima de ciertos umbrales.
CARF también introduce requisitos de reporte para las transacciones de pago minorista reportables (compras realizadas con criptoactivos que superen los 50 000 dólares). Esto amplía el alcance de los reportes más allá de los intercambios y las recompensas para incluir la actividad de gasto en el mundo real, lo que hace que el marco sea aún más completo.
El CARF está realmente destinado a complementar el CRS; es un tipo de reporte muy similar, pero está destinado a rastrear estas transacciones criptográficas. El énfasis en el seguimiento de las transacciones en lugar del reporte de saldos crea un panorama de cumplimiento completamente diferente.
Cómo FATCA fue pionera en la transparencia fiscal global
Para comprender la importancia del CARF, debemos examinar cómo llegamos a este punto. FATCA abrió nuevos caminos en 2010 al exigir a las instituciones financieras extranjeras que informaran sobre los contribuyentes estadounidenses. La ley amplió la definición de entidades sujetas a reporte mucho más allá de los bancos tradicionales para incluir a las compañías de seguros, los fondos mutuos y, finalmente, los intercambios de criptomonedas.
FATCA delegó en las instituciones financieras extranjeras la tarea de informar al gobierno de los Estados Unidos sobre sus titulares, lo que, en esencia, convirtió a todos los bancos extranjeros en una extensión del IRS, creando una transparencia fiscal global sin precedentes para los ciudadanos estadounidenses.
El éxito de FATCA en la captura de cuentas offshore anteriormente ocultas demostró el poder del intercambio automático de información y sentó las bases para una cooperación internacional más amplia a través del CRS.
CRS: la evolución multilateral
Mientras que FATCA se centraba en los contribuyentes estadounidenses, el CRS amplió el concepto a nivel mundial. El CRS fue lanzado por la OCDE en 2014 y permite el intercambio automático de información sobre cuentas financieras entre más de 100 países participantes. El CRS crea una red multilateral de intercambio de información, a diferencia del enfoque bilateral de FATCA.
La diferencia radica en la flexibilidad del cumplimiento. Por un lado, FATCA impone requisitos de cumplimiento rígidos con sanciones severas; por otro, el CRS permite a los países participantes adaptar el marco a sus entornos normativos locales. Aunque esta flexibilidad ha fomentado una adopción más amplia, también ha creado variaciones en la implementación que complican las estrategias de cumplimiento global.
El reto de la integración de CARF
CARF entra en este complejo entorno regulatorio con sus propias características únicas. El enfoque del marco en los detalles de las transacciones, en lugar de en los saldos de las cuentas, crea tanto oportunidades como retos para la planificación y el cumplimiento fiscal; significa que la información no se captura directamente, lo que requiere mecanismos de reporte adicionales o soluciones de cumplimiento creativas.
La naturaleza descentralizada de las criptomonedas añade otra capa de complejidad. Muchas transacciones con criptomonedas se producen fuera de las instituciones financieras tradicionales a través de intercambios descentralizados, plataformas peer-to-peer y carteras de autocustodia, lo que crea lagunas en los reportes que los reguladores aún están tratando de resolver.
Impacto real en las instituciones financieras
La convergencia de CARF, FATCA y CRS está obligando a las instituciones financieras a replantearse toda su infraestructura de cumplimiento. Los bancos tradicionales se ven ahora obligados a informar sobre los servicios relacionados con las criptomonedas que ofrecen, mientras que las empresas nativas de las criptomonedas deben lidiar por primera vez con complejos marcos fiscales internacionales.
Además, los retos técnicos son considerables. El seguimiento de las transacciones con criptomonedas requiere sistemas y conocimientos diferentes a los de la supervisión tradicional de cuentas. Las instituciones deben identificar qué transacciones activan las obligaciones de reporte, determinar la residencia fiscal de los clientes en múltiples jurisdicciones y mantener registros detallados de las transacciones que puedan soportar el escrutinio regulatorio.
Estos requisitos llegan en un momento en el que el sector de las criptomonedas aún está definiendo las normas operativas básicas.
El equilibrio regulatorio
La introducción del CARF refleja los esfuerzos de los reguladores por encontrar un equilibrio entre la innovación y la supervisión. Un enfoque demasiado severo podría frenar la innovación en el ámbito de las criptomonedas, mientras que un marco demasiado laxo podría facilitar la evasión fiscal y el blanqueo de capitales.
Las primeras implementaciones de CARF sugieren que los reguladores están adoptando un enfoque mesurado, centrándose primero en las bolsas centralizadas y los principales proveedores de servicios antes de ampliarlo a plataformas más descentralizadas, lo que permite al sector adaptarse mientras se mantiene el impulso regulador.
Está claro que el éxito de este equilibrio determinará en gran medida el camino hacia la adopción generalizada de las criptomonedas. Unos marcos normativos claros y coherentes, como CARF, pueden proporcionar la certeza que necesitan los inversores institucionales y las grandes empresas para adoptar plenamente los activos digitales.
Impulso global más allá de CARF
Más allá de CARF, las principales jurisdicciones están avanzando rápidamente. En Europa, MiCA (Markets in Crypto Assets) introduce el registro obligatorio para los proveedores de servicios de criptoactivos, la regulación de las stablecoins y unas normas de transparencia estrictas. El Reglamento sobre Transferencia de Fondos amplía ahora los requisitos contra el blanqueo de capitales (AML) y de conocimiento del cliente (KYC) a las transacciones con criptoactivos.
Mientras tanto, el Congreso de los Estados Unidos está considerando la Ley GENIUS, que crearía normas específicas para las monedas estables y podría promulgarse en breve. A medida que la UE y los Estados Unidos establecen normas más claras, crece la confianza en la adopción regulada de los criptoactivos.
Nueva era de transparencia fiscal
A medida que CARF ocupa su lugar junto a FATCA y CRS, estamos entrando en una era de transparencia fiscal global sin precedentes. La combinación de estos tres marcos crea una red integral de intercambio de información.
Para las instituciones financieras, esto significa desarrollar estrategias de cumplimiento integradas que aborden los tres requisitos de reporte simultáneamente. Los días en que se trataba a las criptomonedas como una frontera separada y no regulada han terminado.
El impacto final de CARF dependerá de su implementación y cumplimiento en las diferentes jurisdicciones. Los primeros en adoptarlo ya están preparando sus sistemas para su implementación, mientras que otros están adoptando una actitud de esperar y ver qué pasa. Lo que está claro es que la integración de la industria de las criptomonedas en el sistema financiero global se está acelerando, con todas las oportunidades y desafíos que ello conlleva.
La pregunta no es si los reportes integrales sobre criptomonedas se convertirán en la norma, sino cuán rápido podrán adaptarse las instituciones a esta nueva realidad mientras mantienen su ventaja competitiva en un mercado cada vez más regulado.

David Olenzak
President and Founder of Trans World Compliance